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PACIENCIA Y AMOR, LA CLAVE PARA SU DESARROLLO.

Desde el instante mismo del nacimiento y de forma paralela a su adaptación para sobrevivir en el nuevo entorno, comienza a activarse en el bebé, el desarrollo sensorial y la actividad motriz.

El desarrollo sensorial constituye el canal por donde el niño recibe la información de su entorno, todo lo que está a su alrededor (colores, texturas, sonidos, olores y sabores), ¡un entorno increíble y estimulante! Es a partir de este momento, que el niño comienza a realizar acciones inteligentes las cuales suelen ser divertidas para ellos y todo un deleite para los papás, disfrutamos y aplaudimos con cada pequeño detalle. Pero conforme pasa el tiempo, el niño se va especializando a través de la experimentación de sus sentidos y luego entonces te jalas el cabello mamá/papá pensando que todo lo que ha pasado a tu alrededor es un verdadero desastre ¡pero tu hijo está aprendiendo!

Sí, quizá cuando come y tritura su comida con las manos tratando de identificar esa extraña textura, temperatura, olor, sabor y lo extiende por toda la mesa ensuciándose de pies a cabeza, no es agradable porque luego tienes que limpiarlo, pero en realidad es necesario, tu hijo está madurando intelectualmente, está experimentando en cada momento y está entendiendo las consecuencias que conlleva todo aquello; en pocas palabras está aprovechando las oportunidades de aprendizaje.

¿Cómo está configurado el cerebro infantil?

La manera en que el cerebro crece está influenciada fuertemente por las experiencias del niño con otras personas y el mundo que lo rodea. El cerebro del niño funciona de diferente manera al nuestro; su cerebro está lleno de magia, creatividad, curiosidad, posibilidades. Todo lo que toca, explora, mueve, escucha, propician que su cerebro plástico y flexible, convierta esos estímulos en el principio de una gran aventura para aprender a hacer las cosas mejor cada vez. La plasticidad cerebral es máxima en los primeros años de vida, cuando se adquieren los aprendizajes para la adaptación al medio.

Las primeras experiencias/tropiezos

Las experiencias sin lugar a dudas influyen en gran medida en el aprendizaje del niño, son enseñanza activa, esfuerzo activo, oportunidades de aprendizaje, que mejoran con la práctica y la experiencia. Los primeros intentos no suelen ser muy buenos, pero esto no solo ocurre cuando niños ¡los primeros intentos de los adultos tampoco son maravillosos! ¿Te acuerdas la primera vez que manejaste un coche? ¿La primera vez que montaste en bici? ¿La primera vez que cocinaste? Los primeros intentos por lo regular son un desastre, pero se necesita de la práctica y el error, además de mucha paciencia, para irnos especializando.

Cuando tu hijo quiera hacer las cosas por su cuenta, cuando adquiera autonomía, suba, baje, entre, salga, corra, grite, hable, pinte, se ensucie, tire una y otra vez el mismo objeto y haga todas esas cosas increíbles que te cansan e incluso a veces te enojan… ¡acompáñalo, instrúyelo, motívalo! y recuerda que todo eso que él hace es una magnífica oportunidad de aprendizaje, ya habrá tiempo de limpiar y de guardar, por el momento disfruten de esas experiencias, que, aunque no lo creas harán la diferencia en el futuro de ambos.

Es importante que el niño tenga confianza y motivación. Esto le ayudará a desarrollarse con buena autoestima y seguridad en sí mismo. Tu hijo debe percibir cómo confías en él, cómo le permites hacer las cosas porque sabes que, aunque a veces le cueste trabajo, con práctica, acompañamiento y amor, podrá hacerlas mejor cada día.

Aprendiendo con mi hijo

Tener un hijo es una experiencia maravillosa pero no vamos a negar que viene acompañada de grandes matices, subidas, bajadas y se encuentra llena de una serie de enormes desafíos que te hacen aprender a marchas forzadas a ser padre, pero es una maravillosa oportunidad que no cambiarías por nada del mundo. El poder ser espectador en primera fila de sus primeras veces, sus pequeños logros, sus primeros tropiezos, eso es lo más perfecto que tienes dentro de la imperfección de la crianza.

Relájate un momento y disfruta de la vida. Empieza a ver las cosas desde los ojos de tu hijo y comenzarás a entender muchas cosas y a disfrutar de otras tantas. En lugar de enojarte o echarte las manos a la cabeza, conviértete en su guía con paciencia y amor. Porque si tu hijo necesita algo es tu empatía, necesita ver que le entiendes y que estás a su lado siempre, pase lo que pase. Quizás muchas veces cometerás errores y está bien, reconocerlos es sin duda el primer paso por el camino del aprendizaje, sólo recuerda que para ese pequeño ser que tienes a lado tu representas su conexión con el mundo que está ávido por descubrir.


AUTOR: Lic. Erika Chávez de Anda

Licenciada en Comunicación Humana, terapeuta de Lenguaje y Aprendizaje, especialista en el Área de Inclusión, Tallerista.

DIRECTORA DEL PROGRAMA DE PREESCOLAR IDENAP

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