Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.
Platón
Hace algunos años, en una charla de sobremesa un grupo de amigos docentes nos planteábamos la pregunta de qué deben aprender los niños, niñas y jóvenes de este siglo, partiendo de la premisa de que el presente es muy diferente al mundo que les tocará enfrentar. Muchos son los puntos para debatir sobre este planteamiento, desde las políticas educativas, los planes de estudio, los modelos educativos, etc. De momento prefiero dejar de lado estos factores, no por que no sean importantes, sino por que me gustaría posicionar en un primer plano el papel trascendental que tienen otros actores en la educación, me refiero a los padres de familia y a los docentes como principales educadores en nuestro país.
Como madre de dos hijas, estoy cierta de que padres y madres somos los primeros, irrenunciables y eternos educadores de nuestros hijos. (Leer más. "Paciencia y amor, las claves para su desarrollo). Las personas que, como yo, hemos superado cinco décadas de vida, vivimos en un mundo muy diferente al que nacimos, incluso al que nos tocó vivir en nuestra época de estudiantes. Hoy el fax, el teléfono público y la máquina de escribir son artículos de referencia, y no de uso cotidiano; la crisis climática, la desigualdad, el acceso al agua potable y los problemas ambientales no eran una preocupación. Pero nuestros hijos también van a vivir en un mundo diferente, un mundo que cambia aceleradamente y con problemas serios que les tocará sufrir y enfrentar, y para muestra las dos noticias que acapararon la atención los últimos días: el anuncio de Facebook que ahora crece su negocio al metaverso-tecnología que permitirá tener interacciones con personas de todo el planeta, a través de mundos virtuales en trabajo, hogar y entretenimiento- y la llamada de alerta mundial en la 26ª Conferencia Mundial sobre Cambio Climático.
En la era del conocimiento y de la digitalización, el acceso al conocimiento es relativamente fácil, nuestros hijos están acostumbrados a que si requieren información simplemente googlean el término y en un segundo tienen la información que buscan. El punto medular no es tener acceso a ella; el punto es el por, para y qué se hace con dicha información. Por ello considero que los niños, niñas y jóvenes de hoy requieren más bien desarrollar una serie de habilidades y destrezas diferentes a las que sus padres y abuelos necesitaron para hacer su vida.
Pensar en la educación del siglo XXI nos lleva a que casa y escuela sean escenarios que se fusionen para que juntos trabajen para desarrollar las siguientes habilidades, que, dicho sea de paso, no todas suelen inscribirse en el plan de estudios formal tradicional; por ello para desarrollarlas se requerirá de un acompañamiento más activo de padres y docentes (Leer más. "Uniendo esfuerzos contra la deserción escolar").
Cultura ciudadana
Cultura científica
Pensamiento crítico
Capacidad de permanente de aprender cosas
Habilidades de liderazgo
Habilidades de comunicación
Habilidades tecnológicas y digitales
Adaptabilidad y flexibilidad
Creatividad
Inteligencia emocional
Virtudes y valores universales
Pensar que familia y escuela podemos mejorar la educación supone pensar en aquello que van a necesitar nuestros jóvenes para poder trabajar y progresar en ese mundo cambiante donde posiblemente van a desempeñar oficios o profesiones que hoy día ni siquiera podemos imaginar que existirán, pero principalmente significa pensar en aquello que van a necesitar para ser más fuertes antes las circunstancias de la vida, así como para tener una vida llena de felicidad, de compromiso y de significado.
El reto pues es grande, y en IDENAP gustosos lo aceptamos, seguros de que el fin sin duda, lo vale.
AUTOR: Ma. Guadalupe Pimentel Correa
Química Farmacéutica Industrial, Maestra en Educación, Diplomado en Educación para la Cultura Científica
Coordinadora Académica, Nivel Secundaria IDENAP